¿Cuál es el estado de nuestra salud, está mejor, o peor? Lo que actualmente estamos haciendo, ¿es en beneficio, o en perjuicio de nosotros?
Cada cual a su manera, ha estado haciendo lo mejor que cree y puede para soportar y curar cualquier dolor o ligera molestia en nuestro cuerpo.
Tal vez nosotros no seamos unos hipocondríacos, pero no dejamos pasar nada desapercibido de nuestro cuerpo, a menos que sea una realidad que esté funcionando adecuadamente. Existen personas que permiten que la vida fluya a través de ellos plena y libremente.
Hay también otras en el lado extremo que han detenido este flujo. Muchos de nosotros estamos entre esos dos extremos. Experimentamos altas y bajas en lo relacionado con nuestra salud.
Parece como si estuviésemos en una continua cacería de la salud, y temerosos de haberla perdido. Pero no la hemos perdido, es solo que no la hemos dejado expresarse plenamente a través de nuestro cuerpo.
¿Qué es lo que el doctor hace acerca de nuestra salud? La ciencia médica puede hacer una gran parte cuando hayamos fallado al hacer algo por nosotros mismos.
Asimismo cuando el doctor ha fallado y no consigue aliviarnos –a través de seguir algún tratamiento con medicinas–, entonces él utiliza cirugía para remover y quitar los obstáculos que están impidiendo el flujo de la salud en nuestro cuerpo. Igualmente, la vida en nosotros puede sobreponerse y hacer la sanación necesaria en cualquier parte de nuestro cuerpo.
La Vida está presente dentro de cada ser, como parte de una estructura. El médico hará el trabajo completo y perfecto contribuyendo con la curación si deseamos y dejamos que lo haga.
Podemos estar muy preocupados por tener más salud, pero también necesitamos estar conscientes de las cosas que hacemos que pueden privarnos de ella. Ya sea que lo sepamos o no, nuestros pensamientos, sentimientos y emociones pueden afectar e influir en cada célula y función de nuestro organismo físico.
Por ejemplo, los músculos de nuestro corazón pueden reducir o acelerar sus movimientos de acuerdo con nuestros pensamientos de depresión o miedo. El sistema digestivo puede trabajar normalmente o perturbarse en relación directa a nuestro estado emocional ya sea que estemos tranquilos o preocupados.
Los efectos devastadores en nuestro organismo se deben al contenido de nuestros pensamientos, sentimientos y emociones; por lo tanto, tenemos en nuestras manos el remedio para neutralizar esos efectos.
Puede ocurrir un completo reemplazo de las partes dañadas, y la restauración de la salud funcionará de nuevo al mantener controladas estas tres cosas.
Las personas que piensan constantemente que van a estar enfermas, inconscientemente llenan un equivalente mental de su pensar, y permanecen enfermas. Hasta que cambien su patrón de pensamiento, es decir, salud en vez de enfermedad, podrán permanecer saludables.
Uno de los medios más fáciles para cambiar los patrones negativos de pensamiento es, no luchar con ellos, sino con toda calma afirmar: Gracias Dios, por la salud perfecta que ahora tengo, y aunque de momento no la tengamos, tenemos que afirmarlo tantas veces como sea necesario, hasta sentirlo como una verdad.
De esta manera construiremos un nuevo concepto que substituirá a esa vieja creencia de enfermedad por salud.
Tú tienes el control de tus pensamientos, mantenlos enfocados todo el tiempo en las cosas positivas y constructivas y tendrás igualmente un resultado de ellos. Si piensas bien te irá bien; y si piensas mal te irá mal; así de simple, tuya es la decisión porque es tu libertad hacerlo.
La enfermedad no es una creación de Dios, sino una creencia del hombre. Por esta razón es nuestra responsabilidad permitir que la salud sea nuestro huésped al no concebir ningún tipo de infección sobre nuestro cuerpo.
El tratamiento mental espiritual puede estimular la acción defensiva y regenerativa de nuestro cuerpo y mantenerlo siempre en perfecta salud al expresar que primeramente somos seres espirituales por ser hijos de Dios.
Por lo tanto, el Espíritu, o vida en nosotros no reconoce la enfermedad, lógicamente no puede enfermarse. La enfermedad se manifiesta en nuestro cuerpo por la creencia en ella.
No negamos que ella existe, existe porque le hemos dado existencia, y de la misma manera podemos rechazarla y establecer en su lugar la salud perfecta que es nuestro estado natural. Si verdaderamente aceptamos esta Verdad, ella nos librará de toda falsa creencia.
Está comprobado que ningún medicamento tiene el poder para sanar, ellos estimulan y alivian nuestro cuerpo, pero la naturaleza misma de nuestro cuerpo que es la salud, ella aparece cuando nosotros aceptamos que la medicina que tomamos nos ayudará a sanar permanentemente nuestro cuerpo.
En otras palabras, es nuestra fe, creencia y convicción la que nos dará siempre el resultado deseado.
En nuestra salud nosotros somos los árbitros. ¿Qué es lo que tú quieres tener, salud o enfermedad? ¿Deseas vivir una vida saludable y rica?
O quieres vivir una vida miserable, arrastrándote dentro de una concha de enfermedad, evadiendo responsabilidades y obligaciones, o bien ser una expresión Divina.
Si aceptas que eres imagen y semejanza de Dios, entonces tú no estás desprovisto de nada para lograr vivir una vida externa plena y feliz. Acepta la declaración del Maestro Jesús: “Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas las cosas que yo tengo son tuyas.”
¿Puedes creer esto? Creer es demostrar lo que decimos, es una forma de fe ya que la fe es la evidencia de las cosas aún no vistas.
Por nuestro propio bienestar tenemos que recapacitar: Si es salud lo que deseamos, significa que toda la salud que hay y existe es el patrón perfecto para cada célula, órgano y función de nuestro cuerpo; si persistentemente aceptamos que estos patrones son manifestados en nuestro cuerpo, entonces nada podrá impedir que así sea hecho.
Cuando nos deshacemos de toda clase de ideas de necesidad, malestares, enfermedades, o que algo anda mal dentro de nosotros, entonces el Poder que crea y sostiene toda vida, volverá de nuevo a fluir dentro de todo nuestro ser, con una fuerza y un propósito vital que no podrá ser resistido por las condiciones indeseables que externamente pudieran existir.
Una vez que dejemos ir de nuestra mente las creencias negativas, ninguno de los elementos que hicieron las células de nuestro cuerpo se rehusará a ser re ensamblado de acuerdo con el perfecto patrón de vida que hay en cada uno de nosotros.
En orden de ser completos y entusiastas para disfrutar la vida y experimentar salud y vitalidad, debemos empezar a controlar nuestros pensamientos para mantenerlos enfocados sólo y únicamente en lo que deseamos experimentar.
En el grado en que nos visualicemos que estamos saludables, en el mismo punto que sabemos que Dios como Vida es perfecto, completo e íntegro, así será hecho en nosotros.
En este mismo orden y grado debemos de aceptarlo mentalmente, porque la perfección es el estado en la Única Vida, que es parte integral de la vida que estamos viviendo.
Entonces, en este mismo orden y punto, estaremos aptos para disfrutar de una salud permanente, la cual es nuestra herencia Divina por ser hijos de nuestro Creador y dador de vida.
Dr. José De Lira Sosa, M.RScP
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