Dios Ha Proporcionado la Prosperidad para Cada Casa

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La Casa es el corazón de la nación. El corazón es el centro del Amor. El Amor es el mayor poder atractivo del mundo. El imán que levanta los lingotes de acero debe ser cargado primero con corriente eléctrica, ya que sin la corriente no tiene poder.

Entonces el corazón del hombre, o la Casa que es el corazón de la nación, debe estar resplandeciente por el Amor de Dios; entonces esto se convierte en un imán que mueve todo lo bueno hacia cada dirección. Dios ha asegurado ampliamente cada casa, pero la provisión está en la Sustancia Universal, que responde sólo a la Ley. Por la aplicación de la Ley, la Sustancia es inducida a nosotros y comienza a trabajar para nosotros.

Esta es la Ley del Amor que tenemos lo que deseamos. Así como un padre da regalos a sus niños así también el Señor nos da, debido a Su Amor. Cuando deseamos bien, ponemos nuestros pensamientos en el reino de la Mente Superior; nos ponemos en contacto con la Mente de Dios y de ahí moldean la Sustancia invisible que se manifiesta en cosas.

La Sustancia así llega a ser parte de nuestra mente y por ello de nuestros asuntos. Moldeamos la Sustancia Espiritual en nosotros como el imán moldea el hierro. Cuando pensamos en el Amor de Dios que moldea la Sustancia necesaria para abastecimiento y suministro, ella comienza a acumularse alrededor de nosotros, y cuando moramos en la conciencia de ello, principia a manifestarse en todos nuestros asuntos.

«El Amor perfecto a nada le teme.» El miedo es un gran creador de la pobreza, ya que este rompe los pensamientos positivos. Los pensamientos negativos traen condiciones negativas en su tren. La primera cosa para hacer en la fabricación de una demostración de prosperidad en el hogar es desechar todos los pensamientos y palabras negativos.

Acumular una atmósfera de pensamientos positivos en el hogar, una atmósfera que esté libre de miedo y llena del amor. No permitas ninguna palabra de pobreza o carencia que limite el poder atractivo del amor en el hogar. Selecciona con cuidado sólo aquellas palabras que carguen la atmósfera de la casa de ideas de abundancia, para igual atraer de lo invisible, a lo visible.

Nunca hagas una aseveración en la casa, no importa que tan verdadero puede parecer en la superficie que tu no quieras verla persistente en ella. Hablando de pobreza y carencia tú haces un lugar confortable para estos invitados inoportunos para tu hogar, y ellos querrán quedarse.

Mejor dicho, llena la casa con pensamientos y palabras de abundancia, de amor, y de la sustancia de Dios; entonces los invitados inoportunos la abandonarán pronto.

No digas que el dinero está escaso; la misma declaración lo espantará de tu lado. No digas que los tiempos son difíciles para ti; las mismas palabras apretarán tus cuerdas de la cartera hasta que la Omnipotencia por sí misma no pueda deslizar una moneda de diez centavos en ella.

Comienza ahora a hablar de abundancia, pensar en abundancia, y dar gracias por la abundancia. Alista a todos los miembros de tu casa con el mismo trabajo. Hazlo un juego. Esto es mucha diversión, y, mejor que esto, esto realmente trabaja.

Cada casa puede ser próspera, y no debería haber ninguna casa necesitada, ya que eso es causado sólo por desarmonía, miedo, pensamiento negativo y habladuría. Cada artículo visible de riqueza puede ser remontado a una Fuente invisible.

El alimento viene del grano, que fue plantado en la tierra; pero ¿quién ve o sabe el amor que acelera y que toca la semilla y la hace multiplicar por cientos? Una fuerza invisible de una Fuente invisible actúa en las semillas diminutas, y suministra para multitud de primaveras.

La sustancia física que llamamos tierra es la forma visible de una sustancia superabundante de la mente, en todas partes presente, penetrando todas las cosas, e inspirando todas las cosas a la acción. Cuando el grano o la semilla son puestos en la tierra, el pensamiento acelerador del universo hace que el pequeño germen de vida ponga el asimiento de la sustancia espiritual a todo sobre ella y lo que llamamos la materia resulta ser una forma de la Mente. «No hay materia; todo es Mente

Las palabras son también semillas, y cuando caen en la sustancia espiritual invisible, ellas crecen y producen según su clase. «¿Acaso los hombres recogen uvas de los espinos, o higos de los cardos?» Los agricultores y los jardineros eligen su semilla con el mayor cuidado. Ellos rechazan cada semilla defectuosa que encuentran y de esta manera se aseguran de la cosecha próxima. Para tener la prosperidad en tu casa tendrás que ejercer la misma inteligencia.

El Maestro nos ha dicho: “No hay nada que, no proviniendo del hombre, y entrado en él lo pueda descarriar: pero las cosas que salen de él, esas son las que lo descarrilan.” Hemos aceptado la creencia universal de un poder, una presencia, y una actividad alejada de Dios; hemos aceptado la creencia de que alguien o algo fuera de nosotros mismos puede ser un poder para el mal en nuestra experiencia, y la aceptación de esta creencia casi universal causa mucha de nuestra discordia y desarmonía.

Conforme nos regresamos de una manera consciente, día a día, a la consciencia real de Dios como un solo ser infinito, Dios manifestándose y expresándose a si Mismo como un ser individual, entendemos más completamente que todo poder fluye de nosotros y a través de nosotros, como una bendición al mundo. Ningún poder actúa en nosotros sino viene de nosotros mismos.

Nos debe quedar claro que nada fuera de nosotros pueda actuar en nosotros para bien o para mal. Así como hemos aprendido que las estrellas, la creación de Dios en los cielos, no pueden actuar en nosotros de acuerdo con creencias astrológicas, así como hemos aprendido que condiciones del clima, infección, contagio o accidente no pueden dañar a aquellos que han llegado a un nivel de entendimiento de la naturaleza de Dios y de la naturaleza del ser individual. 

Estamos constantemente siendo recordados que debemos de ser más y más conscientes de la naturaleza de Dios, la naturaleza de la oración, y la naturaleza del ser individual, para que entendamos que nosotros somos los hijos de Dios, de quiénes es ciertamente dicho, “Hijo, todo lo que está en mi y todo lo que Yo tengo es tuyo.”

Debemos pensar seriamente en este tema de protección porque cada día nos enfrentamos a sugestiones de impedimento o de peligro amenazante.

Siempre una persona, un lugar, o algo está siendo presentado como una fuerza destructiva que tememos o de la que buscamos un Dios que nos salve. La totalidad de Dios hace absolutamente imposible para cualquier influencia destructiva o maligna el existir en dondequiera —en el cielo, sobre la tierra, o en el infierno— así que no cometamos el error de pensar de Dios como un gran poder que es capaz de salvarnos de una persona o influencia destructiva si solo pudiéramos alcanzarlo.

No cometamos el común error de pensar que practicando la presencia de Dios es solo otro medio de usar a Dios, u otro método de oración para traer la influencia de Dios a nuestra experiencia con el fin de vencer la discordia, el mal, el pecado, y la enfermedad. Su propósito es llevar al conocimiento individual la consciencia de Dios como uno, de Dios como infinito, ser individual, de Dios como omnipresente y omnipotente.

La creencia universal en dos poderes, bien y mal, continuará operando en nuestra experiencia hasta que, individualmente —recuerda esto, tú y yo, individualmente— rechacemos la creencia en dos poderes.

En esta era, el pensamiento protector es la realización de que la totalidad de Dios evita la posibilidad de que cualquier fuente de mal exista en el mundo o funcione en experiencias individuales. Nuestro trabajo protector, o nuestras oraciones por protección deben consistir en la realización de que nada ha existido, existe, o existirá en ninguna parte, en ningún momento, en nuestra experiencia del pasado, presente o futuro, que sea de naturaleza destructiva.

A través del estudio y meditación eventualmente llegaremos a ese contacto con Dios en nosotros, en que recibamos esa certidumbre divina, “Hijo, Yo estoy contigo siempre.”, la continua certidumbre de la única Presencia, único Poder, único Ser, única Vida, única Ley en las que no hay poderes malignos o fuerzas destructivas. Es en esta consciencia de “únicos” que encontramos nuestra paz.

Los estudiantes deberían tomar este tema de la protección en la meditación diaria por un mes o dos, sin mencionarlo a nadie. No deben discutir esto, sino mantenerlo en secreto para ellos mismos hasta que logren un nivel de consciencia en donde sientes que Dios es uno.

 El secreto de la protección descansa no en la búsqueda de Dios para que nos salve de algún peligro, sino más bien en entender que la seguridad y paz dependen de que recordemos y realicemos la verdad de Dios como uno solo.

El mundo está buscando paz, así como está buscando seguridad, fuera de su ser, por el contrario, ninguna paz y ninguna seguridad serán nunca encontradas sino solo en nuestra realización individual de Dios como uno solo –el único ser, presencia y poder.

No le podemos decir al mundo sobre está paz o seguridad; pero podemos encontrarlas para nosotros y de este modo dejar que el mundo vea con nuestra experiencia que hemos encontrado una manera superior a creencias supersticiosas en un poder de bien que milagrosamente nos salva de un poder maligno.

No podemos decirle al mundo que no existe ningún peligro de fuentes, influencias y poderes externos, pero nuestra realización de está verdad pueden hacer que la armonía, la integridad y perfección de nuestras vidas sean tan evidente a otros, que uno a uno volteará a buscar eso que nosotros hemos encontrado.

De la enseñanza de dos poderes surge la filosofía que causa que los hombres estén en desacuerdo entre ellos. No hay manera de resolver estas diferencias porque esas personas que creen en dos poderes están trabajando desde una premisa errónea de bien y mal. ¡Siempre están peleando entre si el bien y el mal –y que lucha es esta!

¿Pero qué sucede cuándo los hombres resisten la creencia en dos poderes y descansan en el conocimiento del Cristo?

Es entonces que comienzan a entender el significado de lo que el Maestro dijo, “Tú no puedes tener ningún poder contra mí, excepto aquel que te es dado de arriba.”

Los místicos del mundo, sea Krishna de la india, Lao-tse de China, Jesús de Nazareth, o Juan de Patmos, nos han dado la revelación de que Dios es uno. Los místicos hebreos también sabían está verdad cuándo enseñaron, “Escucha, oh Israel, el Señor nuestro Dios es un Señor.” A través de las Escrituras encontramos, una y otra vez, certeza del amor de Dios por sus hijos.

Cada uno de nosotros hemos hecho una imagen de Dios: Uno la ve y ve a Buda, otro ve a Jesús. Cada uno se ha formado un concepto de lo que él cree es Dios, y entonces adora y ora a ese concepto, mientras que todo el tiempo Dios nos está diciendo: “Solo Yo soy Dios, no su concepto. Solo Yo, el Invisible, soy Dios –Yo, solo, soy Dios.” Debemos dejar de hacernos imágenes grabadas en nuestra mente, deja de imaginarte como es Dios, y confía en lo Invisible sin forma que penetra de forma reciproca a todo ser.

“El reino de Dios está en ti… El lugar en donde estás es tierra sagrada” y aún si ese lugar parece, de momento, estar en el infierno o en el valle de sombras, Dios está ahí mismo con nosotros. Debemos detener esta creencia sin sentido de un Dios que castiga y recompensa, un Dios que está presente cuándo experimentamos alivio y ausente cuándo no experimentamos el alivio que esperamos. Dios nunca está ausente de nosotros excepto en nuestra creencia de que existen dos poderes, excepto en nuestro temor de otros poderes que hemos establecido en nuestras mentes. No solo tememos estos poderes –algunas veces tememos a Dios.

En la realidad, solo hay un poder. No hay un poder del mal; ni hay un poder de pecado; no hay un poder de enfermedad; tampoco hay un poder de carencia o limitación. Dios hizo todo lo que fue creado; cualquier cosa que Dios no hizo no fue hecha. El mundo parece estar lleno con el poder de infección, de contagio, de enfermedad hereditaria, el poder de carencia y limitación, el poder del mal en muchas formas.

Es cierto que mientras estemos tratando con el mundo humano de una forma humana habrá dos poderes; el poder del bien y el poder del mal. Esa es la fotografía humana. Algunas personas están enfermas más de tiempo del que están sanas. La mayoría de la gente en el mundo está herida con pobreza.

Como seres humanos, siempre tendremos leyes de pecado, leyes de enfermedad, leyes de carencia y limitación. Existirán dos poderes mientras haya una conciencia humana en el mundo, porque la conciencia humana es una casa dividida, dividida en dos partes, el bien y el mal. Un estado de existencia que trasciende esto y donde estos opuestos no funcionan, en donde solo un poder, una ley, funciona como una actividad de la conciencia. Nadie puede hacer esto por nosotros, más que nosotros mismos.

Dios debe convertirse en una actividad de nuestra conciencia, o lucharemos a través de la vida como seres humanos creyendo en dos poderes y experimentando el bien y el mal. Comenzamos con el tema de que Dios es uno. Dios es uno: “Escucha, O Israel, el Señor nuestro Dios es uno…. No tendrás otros dioses delante de mí,” otros poderes, otras leyes, solo una.

Dios es la única ley, una ley que mantiene y sostiene la armonía y perfección de su propia creación todo el tiempo.

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Dr. José De Lira Sosa, M.RScP

Es terapeuta psico – espiritual, consejero matrimonial, familiar, de relaciones y superación personal. Da asesoría especial a estudiantes con problemas en sus estudios. Es Conferenciante Internacional con un importante número de entrevistas y pláticas en radio y televisión.