¿Qué Edad Tienes? ¿60? ¿70? ¿Más?

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¿Qué edad piensas que tienes? ¿Qué tan viejo es viejo? Y ¿cuándo una persona es demasiado vieja para disfrutar la Vida? ¿Puede ser posible que inclusive la edad sea algo que sucede en nuestra mente en lugar de nuestros cuerpos? Y, ¿puede una persona ser tan joven a los ochenta como lo es a los dieciocho?

Nos es dicho que no hay en el cuerpo físico ninguna célula que sea vieja, y que cada once meses creamos un cuerpo nuevo. Parece gracioso, pero no lo es, el pensar que nadie tiene físicamente ni un año.

También nos es dicho que no hay razón para suponer que nuestras mentes envejezcan; que la mente es tan joven a los noventa como lo es a los nueve; que lo único que se le adiciona es experiencia. La mayoría de los sicólogos concuerdan en que aprendemos con más rapidez conforme los años pasan, igual de seguro e igual de preciso.

Algunas de las mentes científicas de hoy nos están diciendo que, mientras se siga creyendo que el tiempo existe, la edad no puede perdurar; que en realidad el tiempo no es una forma de medir años, meses y días, sino más bien una medida de experiencia en una Vida sin límite.

Si es Verdad en un amplio sentido, que ni la mente ni el cuerpo realmente envejecen, es tiempo de que nos preguntemos: ¿qué produce el proceso del envejecimiento? Supongamos que pensamos de la mente de la misma forma en que pensamos del espacio.

El espacio está en todas partes. Muchas cosas existen en el espacio. Pero el espacio en sí nunca está atestado, tampoco envejece. No importa qué tantas cosas pongas en él, siempre hay suficiente espacio. No lo puedes agotar, jamás se cansa ni se convierte en una carga.  

Y ahora vamos a introducir otro pensamiento del cual hemos hablado con frecuencia. La Mente de Dios es la Única Mente que hay, y Dios es Eterno. La propuesta completa es esta: Vivimos porque Dios vive en nosotros, y somos capaces de pensar porque la mente que usamos es la Mente de Dios individualizada en cada uno de nosotros.

Nuestro problema es que hemos pensado de nosotros mismos como separados de Dios, y al hacer esto hemos almacenado una gran carga de cuidado y preocupación en nuestras mentes. También asumimos un sentimiento de responsabilidad que no estamos preparados para manejar.

Cuando llegamos al lugar donde pensamos: “Yo estoy separado de Dios, si estoy enfrentando la vida y todos sus problemas con mi pequeña mente, me siento inadecuado para manejar las situaciones que llegan, porque yo estoy trabajando por mi cuenta, sólo y sin ayuda del Poder que es más grande que lo que yo soy”.

¿Qué carga descargaremos de nuestras mentes cuando aprendamos que solo hay una Mente que lleva toda carga? A esta clase de carga hizo referencia Jesús cuando dijo: Mi yugo es suave y mi carga ligera.

Ahora vamos a considerar los maravillosos milagros que la Vida siempre está trabajando en nuestros cuerpos. Cuando una célula se lesiona, en minutos hay una Inteligencia que inmediatamente pone a trabajar toda la química de nuestro cuerpo para que trabaje para remplazarla con una nueva célula, una que sea completa y perfecta. Así es como sanan las heridas.

Es asombroso cómo la Inteligencia Divina trabaja para nosotros para darnos salud y confort. Aún en un ejemplo tan simple como salir de una habitación cálida al frío aire de invierno. Si tuviéramos ojos para verlo, seríamos testigos de un milagro de la Única Vida trabajando para nuestro confort.

Esta Vida inmediatamente causa que nuestro sistema circulatorio, respiratorio y el digestivo, trabajen para lograr un balance interno de temperatura para contrarrestar el frío viento y mantener el cuerpo libre de dolor y malestar.

Asimismo, y de la misma manera la naturaleza no interfiere con nuestro proceso de pensamiento, y esto es porque somos individuos y tenemos el derecho de elección propia; así es de que se nos permite almacenar deudas en nuestra mente, las cuales tienden a perpetuar nuestro malestar.

La Vida mantiene una maravillosa fábrica en el cuerpo humano. Tiene un horno para generar calor, una planta química para purificar y desechar venenos, un equipo de mantenimiento que mantiene la maquinaria en orden. Hasta tiene un sistema de lubricación que mantiene las articulaciones aceitadas.

Y hay un sistema de transportación que lleva provisiones de una parte de la fábrica a otra; y un sistema de intercomunicación entre oficinas que asombraría la imaginación del más grande ingeniero.

Esta Única Mente que es Dios, es capaz de dirigir la fábrica de este cuerpo humano en perfecto orden. Cuando Jesús dijo: “Considera los lirios”, él nos podría haber estado diciendo: Ve que bonito funciona la fábrica cuando no hay interferencia con las Leyes de Dios.

Es autoevidente que la Mente de Dios es capaz de dirigir y mantener esta fábrica nuestra que llamamos nuestros cuerpos en perfecto balance y equilibrio, si no tuviéramos pensamientos de miedo y duda. Estos obstruyen el buen funcionamiento de nuestra maquinaria, y si no saturáramos el sistema de comunicación y el sistema de transportación con las cargas de dolor y preocupación, todo se mantendría en Orden Divino.

Esto es tan simple que nos deberíamos preguntar a nosotros mismos: ¿Cómo, y porqué es que hemos llegado a un lugar donde hemos dejado de confiar en el Arquitecto Divino que creó la fábrica y que es capaz de operarla tan perfectamente? Creo que, si todos pudiéramos contestar esta pregunta, sabríamos qué está mal en nosotros.

En Job 33:23 leemos: Si tuviese cerca de él… algún elocuente mediador muy escogido, que anuncie al hombre su deber:…  Su carne será más tierna que la del niño: volverá a los días de su juventud. Por supuesto no debemos interpretar esto como que queremos regresar a la niñez o a tiempos anteriores, sino que debemos mantener al niño siempre con nosotros, y no traer cargados con nosotros los años que han pasado.

Esto es lo que significa el arrepentimiento. Quiere decir: pensar de otra manera. Significa un nuevo nacimiento en nuestra mente de esa Vida que siempre llega fresca y nueva a cada momento de nuestra existencia. Cada día es un nuevo inicio, cada día el mundo se renueva.

Esto no significa que debemos de recapturar el cuerpo físico que poseímos años atrás, sino más bien que reconozcamos la juventud del cuerpo físico que ahora tenemos, porque no hay una sola célula en él que tenga más de un año y medio de edad.

La juventud está en cada músculo y en cada fibra de nuestro ser. No es de extrañar que Jesús asemejara el Reino de los Cielos a un niño. Así que consideremos las actitudes mentales de un niño si queremos recapturar el sueño que parece que hemos perdido.

Cuando éramos jóvenes teníamos mucho que esperar. Los días estaban llenos con felicidad y realización. Difícilmente podríamos esperar a levantarnos en la mañana para comenzar de nuevo, porque teníamos tal expectación entusiasta.

El primer tercio de la vida de una persona se gasta en el goce del día en el que vive, siempre con algo más adelante. Está aprendiendo, estudiando, descubriendo cómo hacer cosas, preparándose para vivir de una mejor manera. Tiene la seguridad del hogar y de sus padres. No tiene miedo.

Él alcanza la madurez, y el mundo aún está por delante. Se enamora, se casa, tiene hijos, y el ciclo se repite de nuevo –vive con su familia, y todas las cosas que ha hecho por sí mismo ahora las hace para él, solo que en una forma más grande.

Esto es lo que le sucede a la persona promedio durante la primera mitad de su vida. La gente no se hace mayor cuando están ocupados con los placeres de vivir, el gozo, la expectativa, el entusiasmo, y el pensamiento de lo demás que está por llegar.

Pero muy seguido, cuando estos dos primeros periodos han pasado, no queda suficiente que esperar. La fuerza se ha ido de la vida. Pues ningún hombre es feliz al perseguir una loca ambición.

Somos felices solo con cosas creativas, y en aquellas cosas donde compartimos las alegrías de vivir con otros. Debemos de mantener nuestros intereses en la vida tan activos que habrá un elemento de asombro y sorpresa en las simples cosas diarias.

La Vida es actividad, y cuando dejamos de ser activos nos alejamos de la novedad de la Vida. Y la persona que envejece en años sin una expectativa interior y seguridad de que él va a vivir por siempre, en algún lugar, encontrará la última parte de su vida cargada con los pensamientos del ayer.

Vamos a tomar la decisión de que el ayer ya se fue. El Mañana aún no ha llegado. Pero el hoy puede ser llenado con asombro si sabemos que estamos parados ante el umbral de aquello que es maravilloso y nuevo. No he conocido aún un solo individuo que mantuviera esta actitud en la última parte de su vida, a menos que tuviera fe.

Y estoy hablando del tipo de fe de la cual todos entendemos su significado –fe en Algo más grande de lo que nosotros somos, en un Poder más grande de lo que somos, y una total seguridad de que vamos a vivir por siempre, en algún lugar.

Es un hecho interesante que lo sepamos o no, y nos guste o no, nuestras vidas están tan atadas con Dios, el Espíritu viviente, que no podemos mantenernos jóvenes y entusiastas a menos que creamos y aceptemos que somos Uno con este Espíritu, que no conoce edad y no tiene cargas.

La juventud no es una época en La Vida —es un estado mental. Nadie envejece por solo vivir un número de años. La gente envejece solo por desertar a sus ideales. .

Los años arrugan la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el Alma. Preocupación, duda, desconfianza propia, miedo, y desesperación, estos son los largos, largos años que inclinan la cabeza y convierten el cuerpo de nuevo en polvo.

Si tienes setenta o dieciséis años, debe de haber en cada hombre el Amor por el asombro, el dulce asombro hacia las estrellas, las cosas, así como pensamientos parecidos a las estrellas; el impávido reto de los eventos, el constante apetito infantil por el: ¿Qué sigue?, y gozo por: El juego de la Vida.

Eres tan joven como tu fe, tan viejo como tu duda; tan joven como tu confianza, tan viejo como tu miedo; tan joven como tu esperanza, tan viejo como tu desesperación.

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Dr. José De Lira Sosa, M.RScP

Es terapeuta psico – espiritual, consejero matrimonial, familiar, de relaciones y superación personal. Da asesoría especial a estudiantes con problemas en sus estudios. Es Conferenciante Internacional con un importante número de entrevistas y pláticas en radio y televisión.