¿Somos Realmente Seres Libres?

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Oímos hablar mucho sobre la verdadera libertad del hombre. Se nos dice que somos seres con libre albedrío, dotados de volición y elección. Sin embargo, muchas veces sentimos ganas de decir: «No es cierto.» ¿Qué hay de las cosas que tenemos que hacer en el curso de nuestras actividades cotidianas que no son particularmente de nuestro gusto?

Por supuesto, podemos racionalizar las pequeñas infracciones sobre nuestra comodidad diciendo: Después de todo nosotros decidimos hacer esto. O bien decir: No tengo que trabajar, puedo morir de hambre o ser un vagabundo, jugar a las cartas, o al juego de pelota con mi hijo. Pero la consecuencia de ejercer nuestra libertad y elección de esta manera traería resultados nada provechosos. Y así racionalizamos, pero no estamos convencidos de que la verdadera libertad sea nuestra.

Entonces a nuestro buen-significado como dice un amigo: ¿Alguna vez has tratado de conducir tu automóvil por el lado equivocado de la calle, o has cruzado estando una señal en rojo? Si tú piensas que tienes libertad y elección, intenta ejercitarla golpeando a alguien en la nariz. También hay quienes deciden robar bancos o cometer otros crímenes. Están expresando su libertad, pero su libertad en tales casos demuestra ser de corta duración.

 Y así nos preguntamos: ¿Si nuestro uso de la libertad siempre da lugar a la esclavitud, puede realmente existir la verdadera libertad? Como seres racionales, no podemos negar la evidencia de la experiencia, o sea que: Nosotros decidimos experimentar esclavitud o libertad que es, a veces, casi más allá de la resistencia humana.

Si la experiencia de la esclavitud duele, no conseguimos nada negándola. Podemos gritar en voz alta sobre la libertad y la elección, pero si nos bajamos por el acantilado, nos podemos lastimar. Si elegimos ver la pobreza y la degradación cosechamos su progenie en nuestros asuntos. Podemos negar el resultado lógico de una perspectiva mezquina de la vida, o el resultado enfermizo del pensamiento limitado y deformado, pero la esclavitud y el daño aún permanecerán. La esclavitud no puede ser negada, pero puede ser abolida.

Hay que escapar de la esclavitud del individuo hacia toda la vida. Sólo cuando nos asimos a este gran lazo al expresar nuestra libertad dada por Dios, entonces nos liberamos para siempre de las falsas creencias acerca de limitaciones y esclavitud, para vivir una vida de libertad y plenitud.

Y la pregunta es: ¿Cómo estás viviendo, cautivo, o libremente?

El siguiente relato viene muy al caso, Emmet Fox en su libro El Equivalente Mental, narra la experiencia que vivió un hombre en la Edad Media. Él dice:

“Un ciudadano fue arrestado por un barón y encerrado en una mazmorra de su palacio. Fue llevado al fondo de la mazmorra por un carcelero feroz que cargaba una llave de un pie de largo. La puerta de la celda fue abierta y el ciudadano penetró en la oscura celda. La puerta fue cerrada de un golpe y ahí quedó él. Estuvo encerrado en la oscura mazmorra por veinte años.»

«Cada día el carcelero venía, abría la gran puerta con un gran ruido y crujido, se le daba un jarro de agua y un mendrugo de pan y de nuevo la puerta se cerraba. Después de veinte largos años, el prisionero decidió que ya no podía soportar más el encierro. Él mejor quería morir, pero no quería suicidarse. Así que decidió que el día siguiente, cuando el carcelero viniera, él lo atacaría. Entonces el carcelero lo mataría y así terminarían todos sus tormentos.»

«Pensó examinar la puerta cuidadosamente para estar listo para el día siguiente, y llegando a ella, agarró el picaporte y le dio la vuelta. Para su sorpresa la puerta se abrió y cuando la examinó vio que no tenía cerradura y nunca la había tenido. También se dio cuenta de que durante esos años no había estado cerrada sino en su creencia. Si lo hubiera sabido, durante todo ese tiempo, en cualquier momento él pudo haber abierto la puerta y salir de ahí. Pero él creía que estaba cerrada, pero en realidad no lo estaba.»

«Tanteando que nadie viera lo que había descubierto, entonces salió y siguió cauteloso por el corredor y subió las escaleras. Ahí había dos soldados conversando y no hicieron ademán alguno de detenerlo. Entonces cruzó un patio grandísimo sin llamar la atención. Había un guardia armado en la casilla del portón de salida, pero ni siquiera se fijó en él y salió fuera. ¡Ahora él era un hombre libre! Llegó a su casa sin ser molestado y vivió feliz de ahí en adelante.”

Él pudo haber hecho eso mismo en cualquier momento en esos veinte años desde su arresto si hubiese tenido el conocimiento de esta situación, pero no lo hizo. Era un cautivo, pero no de una celda de piedra y hierro, sino de la falsa creencia. No estaba encerrado, tan sólo creía que lo estaba. Por supuesto, esto no es más que una leyenda, pero una en extremo instructiva.

Cuando se está viviendo en la ignorancia de no saber La Verdad, se vive en alguna clase de prisión. Unos de una manera, y otros de otra. Como ejemplo: Unos en una prisión de carencia, otros en una de remordimiento y resentimiento. Otros en una de ceguera o infundado temor, y otros en una de enfermedad. Pero siempre la prisión está en el pensamiento y la creencia, y no en la naturaleza de las cosas. No hay verdad en los problemas aparentes. Tampoco hay realidad en la carencia. Y no hay poder en el tiempo ni en las condiciones para convertirnos en viejos, cansados, frustrados o enfermos.

Hace ya más de dos mil años que vino “El señalador del camino” Jesús, y nos dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” Y agregó: “Cuando llegue el espíritu de Verdad, la Verdad os hará libres” ¿Qué has hecho para abrir la reja de tu mente? Ella no tiene cerrojo, estuvo, está, y estará siempre abierta. Recuerda que tú tienes la libertad de elección [el libre albedrío]. Afirma de la siguiente manera:

Yo no estoy cautivo en ninguna prisión de circunstancias negativas, contrarias a mi Bien. No estoy encadenado en ningún calabozo de limitaciones. Mi Padre-Dios me ha creado libre y nada ni nadie me puede impedir que goce de esta libertad para vivir Su vida en mí, como Él la ha diseñado: Rodeado de todo lo mejor. Ahora reclamo al Poder Creativo en mí, mi derecho Divino de vivir siempre joven, fuerte, saludable, rico, próspero, alegre y feliz. Sé que todo El Universo conspira para que mis palabras se hagan realidad ¡Aquí, y Ahora!. Y Así es.

¿Y tú qué crees? Dejanos tus comentarios y si te ha gustado, comparte el artículo.

2 Comentarios

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    Hola. ¿Cómo lo combina con la ley universal de la reencarnación?

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      Hola,

      En sí, hablamos de libertad de elección, o libre albedrío, y como tal no creo que tenga que ver con la reencarnación.

      Saludos

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Dr. José De Lira Sosa, M.RScP

Es terapeuta psico – espiritual, consejero matrimonial, familiar, de relaciones y superación personal. Da asesoría especial a estudiantes con problemas en sus estudios. Es Conferenciante Internacional con un importante número de entrevistas y pláticas en radio y televisión.